«La diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. No basta, en efecto, tener un buen ingenio sino que lo principal es aplicarlo bien.» - René Descartes
La cuestión es: ¿por qué hay tantas posturas filosóficas distintas?
Tengo dos aproximaciones respecto de esta cuestión.
La primera es que los seres humanos están sujetos al error. Por mucho que nos esforcemos en pensar y razonar correctamente, siempre existe la posibilidad de que nos equivoquemos, ya sea por descuido, por incapacidad, por negligencia o por falta de información suficiente. Incluso las máquinas más precisas pueden cometer fallos. Y está demostrado que la máquina biológica que es nuestro cerebro también comete errores. Esto podría explicar en parte la diversidad de posturas y opiniones.
La única manera de evitar y superar el error sería a través del constante ejercicio del pensamiento crítico a lo largo de la vida individual y de las generaciones venideras. Todas las ideas deben ser tomadas en principio como hipótesis y teorías que hay que analizar rigurosamente de acuerdo a la lógica y las evidencias empíricas.
La segunda respuesta es que las ideologías y las doctrinas no suelen ser producto exclusivo de la razón. Se supone que la razón debe ser el criterio y fundamento de la filosofía, pero lo cierto es que las ideas también surgen como consecuencia de emociones, sentimientos, deseos y necesidades. Muchas creencias están influidas o directamente basadas en aspectos sentimentales. Teniendo en cuenta la gran diversidad del espectro sensitivo, eso explicaría la diversidad de teorías que encontramos.
Existe la hipótesis de que algunas doctrinas filosóficas son meras racionalizaciones de creencias previas, prejuicios, traumas o preferencias personales, y no son producto del examen racional. Por esto habría tanta variedad. Si bien, pienso que apenas se puede equiparar con la diversidad que encontramos en otros ámbitos no-racionales por definición como son la estética y la religión. La razón tiende a la unidad de la lógica, mientras que lo empírico-sensitivo es de naturaleza plural.
En conclusión, dado que no somos seres exclusivamente racionales, tenemos que aceptar inevitablemente nuestra naturaleza sensitiva. Y ser racionales, o razonables, no significa anular o marginar las emociones. Ser racional consiste en aceptar que nuestros sentimientos también sirven para concer el mundo, al mismo tiempo que nos esforzamos por asumir que la razón es el criterio objetivo que debe validar la información de nuestros sentidos. Sin razón no hay conocimiento. Sin razón sólo habría experiencia del mundo y nada más.
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