Nuestro cerebro está obligado a tomar decisiones constantemente para conseguir la supervivencia y desarrollo de nuestro organismo. Para ahorrar tiempo y energía a la hora de toma dichas decisiones surgen las tendencias, las costumbres, los hábitos, la inercia. Esto es, los prejuicios. Esto facilita la eficacia y el éxito a la hora de decidir con rapidez en la vida cotidiana, pero también facilita el error y el auto-engaño.
Una entrada en el blog de psicología El Efecto Galatea nos aporta una infografía para reconocer algunos de los sesgos cognitivos más habituales en el día a día.
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