26 de mayo de 2020

Cine y filosofía


«The Thinker»

En condiciones normales suelo tener poco tiempo para poder ver cine, pero en este periodo de cuarentena y confinamiento que hemos vivido en España, y en medio mundo, me ha permitido dedicar más tiempo al ocio y he aprovechado para revisitar aquellas películas que hacía bastantes años que no veía pero de las que guardaba un buen recuerdo.

Aquí me gustaría exponer una concisa selección de películas que me parecieron interesantes no sólo como entretenimiento sino también como punto de partida para la reflexión filosófica. Sólo mencionaré películas que me hayan gustado. Si no he disfrutado viéndolas ya pueden ser muy filosóficas pero no las tendré en cuenta. Tampoco voy a comentar aspectos artísticos de ningún tipo y me limitaré a señalar problemas filosóficos que se deduce de la historia de la película y su desarrollo.

La entrada la iré actualizando progresivamente, así que si la vuelven a leer dentro de un mes, o de un año, es posible que se haya ampliado o reformado.

Aviso de antemano que en esta entrada se pueden desvelar partes de las tramas, así que sugiero verlas antes de leer el blog si no quieren que les arruinen la sorpresa. Los títulos que indico son de la versión española, por lo que pueden variar en otros países.

Por orden cronológico:


El Séptimo Sello [1957] siempre me pareció el equivalente en el cine a lo que representa el Quijote en la literatura. Un caballero y su escudero recorren una región encontrándose con diversas desventuras. Al igual que Don Quijote, el protagonista del filme sufre alucinaciones que determinan sus decisiones a lo largo del viaje. Hay tantos temas presentes en cada escena de la película que daría para escribir varios tomos.

Un tema que me llamó la atención especialmente fue el de la transcendencia personal. El protagonista está obsesionado con su muerte individual y desea saber si hay algo después de ella o supone el hundimiento en la oscura nada. Esta duda no se resuelve durante la trama en ninguna forma. Pero el protagonista consigue sobreponerse a su angustia través de la transcendencia, consiguiendo salvar a una familia con su hijo pequeño de caer bajo el dominio de la muerte.

Llamo transcendencia al hecho de trasladar la urgencia de la supervivencia individual hacia otras entidades, que pueden ser la nación, la raza, la lengua, la familia, la comunidad,... El individuo no puede sobrevivir indefinidamente pero sí puede hacerlo otra entidad hacia la cual el individuo traslada la esencia de identidad personal. Expresando de otro modo este pensamiento en primera persona: yo muero pero mi [nación, familia, raza, comunidad o lo que fuera] continúa existiendo y de ese modo yo también existo puesto que lo esencial de mi persona pervive tras mi muerte. Así lo explico el filósofo Roberto Augusto:
«El nacionalista también encuentra en la nación una forma de enfrentarse a la muerte, ya que le permite formar parte de un proyecto colectivo que trasciende nuestra existencia individual y pretende extenderse indefinidamente en el tiempo. La nación consigue que superemos nuestra individualidad y que encontremos un sentido trascendente a la existencia, lo cual le otorga un carácter sagrado. [...] Las personas mueren, pero ella perdura. Eso es lo que puede conducir a algunos a pensar que la vida no vale gran cosa frente a esa entidad superior que es la nación, y a matar y morir en su nombre. La nación se transforma en el camino a la salvación, en una forma de vencer a la muerte, en una manera de luchar contra el olvido.»
Donde pone nación podemos colocar en su lugar a la raza, especie, comunidad, familia o cualquier otra entidad colectiva, y el esquema de pensamiento se aplica igualmente. Ahora, esta trascendencia puede subir de nivel cuando ya no se trata simplemente de continuidad sino de progresar hacia un supuesto estado superior de la existencia. De esta manera lo describe Friedrich Nietzsche cuando escribía sobre la figura de Schopenhauer:
«Nos enseña que ni enriquecerse, ni obtener honores, ni acumular conocimientos pueden librar al individuo del profundo desasosiego que le causa la falta de valor de su existencia y que sólo puede conferir sentido a esa aspiración un fin global superior y grandioso: adquirir poder para ayudar con él la naturaleza y corregir un tanto sus locuras y torpezas.» [Schopenhauer como educador, parágrafo 3, página 47, editorial Biblioteca Nueva]
Esto me recuerda que mucha gente se sorprende de que Hitler confesara que su filósofo de cabecera era Schopenhauer. Si bien, aparte del antisemitismo, no hay ninguna conexión directa entre la filosofía de Schopenhauer y la doctrina del nazismo, pero si interpretas a Schopenhauer libremente entonces puedes forzar interpretaciones que difieren de la intención del autor. Ciertamente lo que expone Nietzsche no tiene relación con las ideas de Schopenhauer; quien hubiera abominado de la presuntuosa idea de que podemos corregir la naturaleza. Parece que Nietzsche estaba recordando más bien el pensamiento de Fichte o de Hegel o de Schelling, pero ciertamente no el de Schopenhauer. Una peculiaridad que tiene Schopenhauer es que sus escritos los puede entender más o menos cualquier lector culto —otra cosa son las interpretaciones o conclusiones que saque de la lectura— mientras que los otros pensadores son ininteligibles para la mayoría de los mortales.



Al visionar Blade Runner [1982] pueden surgir varias cuestiones filosóficas de largo recorrido como la identidad personal o el criterio de moralidad. En el mundo de la película, existen unos seres llamados replicantes: androides biológicos criados por los humanos para servir como esclavos en las colonias del espacio exterior. Estos androides son casi idénticos a los humanos, aunque dotados de una mayor fuerza y resistencia, pero no son considerados humanos a pesar de que, además de su aspecto, son seres que sienten y piensan.

La cuestiones que suscita son múltiples: ¿Qué nos hace humanos? ¿Por qué consideramos que unos seres son humanos y otros no? ¿Por qué el hecho de ser humano concede un privilegio especial frente a otros seres? Diría que se han escrito mares de tinta sobre estas preguntas, pero eso no evita que se renueven en cada generación. Además, sospecho que la mayoría de la gente ni siquiera ha leído algo de lo que se ha escrito al respecto.

La película está libremente basada en una novela del escritor Phillip K. Dick, y la película más que una adaptación sería una versión de la novela, pero los temas filosóficos son los mismos en ambas. 



En Al Cruzar El Límite [1996] nos encontramos con un dilema moral: ¿es aceptable utilizar humanos sin su consentimiento para experimentos médicos que pueden redundar en beneficio de la humanidad? Legal y socialmente no aceptamos este tipo de utilización de seres humanos. Sin embargo, sí aceptamos utilizar a los animales de esta manera. ¿Por qué a los humanos no? ¿Por qué no sería lícito utilizar forzosamente a unos pocos para beneficiar a unos muchos?

Se trata en mi opinión de uno de los filmes con mayor pronunciamiento filosófico y controversia moral que se hayan realizado. La película está basada en una novela de Michael Palmer, titulada «Medidas Extremas» que parece estar descatalogada en español, y no la he encontrado siquiera en bibliotecas, pero algún día me gustaría poder leerla.




En Ravenous [1999] nos encontramos con un tema peculiar: el canibalismo. Creo que hay poquísimas obras que traten sobre el tema del canibalismo. Parece que sobre el canibalismo hay un profundo tabú en nuestra cultura mucho mayor que sobre casi cualquier otra forma de violencia. Me llama la atención que en algunas de estas obras se atribuye al canibalismo un efecto especial y casi mágico que te hace recuperar la salud y la juventud y te dota de una energía sobrehumana. Sucede algo parecido con la práctica de comer cadáveres de animales; a lo que la cultura popular atribuye unas propiedades en el mismo sentido. ¿Por qué nos parece repugnante el canibalismo pero comer animales nos parece normal? ¿Por qué consideramos que está mal comer humanos pero no a otros animales? La única diferencia, a fin de cuentas, es la especie.

Hay gente que argumenta que el canibalismo en sí mismo es perjudicial para la salud; algo que en realidad es falso, puesto que comer humanos no presenta problemas de salud diferentes de los que podría presentar comer cualquier otro animal mamífero. ¿Y si fuera saludable entonces estaría bien comer humanos? Cuando leí esas teorías me di cuenta de que la gente trataba de inventar una razón a posteriori para intentar justificar por qué proscribimos el uso de humanos como alimento. Primero, asumimos el tabú sobre el canibalismo y después construimos un razonamiento para intentar justificar ese tabú.

Hay un episodio de una serie de terror, titulado Los Washingtonianos, que explora el tema del canibalismo de una manera muy similar. Hay otras películas, como Cuando el destino nos alcance, en las que curiosamente el canibalismo, aun siendo un elemento central de la trama, no aparece expuesto durante el transcurso del filme y se limita a constituir un secreto que el protagonista acaba desvelando justo al final. Esta película es interesante también por reflejar problemas como la sobrepoblación humana y la eutanasia o el suicidio asistido. Temas que aun siendo de actualidad, y envueltos en gran polémica, tengo la impresión de que apenas aparecen en el cine. Supongo que el consumidor es el que manda y la mayoría de la gente prefiere el cine para fantasear y evadirse de sus problemas y no para ahondar en ellos.



En Amenazados [2011] no hay muchas sutilezas en la trama y la cuestión se presenta crudamente: ¿es aceptable torturar o matar a otra persona para conseguir evitar que se produzca un grave daño a otros? Si asumimos que esa persona es culpable de haber cometido deliberadamente una acción que pone en grave peligro la vida de otras personas entonces algunos concluirían fácilmente que sí es aceptable, pero, ¿y si la única forma de conseguirlo fuera torturar o matar a sus familiares que son inocentes? Hay que tener en cuenta que la doctrina de los Derechos Humanos proscribe tajantemente la tortura y la pena de muerte sobre cualquier ser humano.

Esta película se basa en un frecuente experimento moral que consiste en dilucidar si es lícito torturar a quien ha puesto una bomba que va a estallar matando a inocentes para evitar así su detonación. A diferencia de Al Cruzar el Límite, aquí no se trata de utilizar a inocentes sino a personas que han cometido una acción deliberada para agredir a otros. Pero la cuestión se complica especialmente cuando para conseguir la confesión hay que utilizar a los familiares del terrorista. Los únicos que tienen clara la decisión a tomar serían los seguidores del utilitarismo. El problema es que si uno decide tratar a las personas como simples medios para lograr una finalidad, ¿no está actuando exactamente igual que el terrorista al que dice oponerse?



En Sunset Limited [2011], nos encontramos con una adaptación casi literal de la obra teatral escrita por Cormac McCarthy. El tema está muy claro desde el principio: ¿vale la pena seguir viviendo? o dicho de otro modo: ¿no es el suicidio la opción más preferible? El filósofo Albert Camus consideraba esta cuestión como la más importante de la filosofía. Toda la película trata sobre el intercambio dialéctico de sus dos protagonistas defiendo posiciones profundamente opuestas al respecto: un pesimismo nihilista frente a un optimismo religioso.

Es quizás la película más sombría de esta lista, dentro de una dura competición, y poco recomendable para temperamentos depresivos. Ni la premisa ni el desarrollo ni la conclusión ofrecen atisbo de esperanza alguna. Yo sospecho que pretende ser una apología encubierta de la religión en el sentido existencialista de Kierkegaard o expresado de otro modo: sin religión nuestra existencia es sufrimiento absurdo. Más aún: la religión sólo se sostiene en la pura fe, y ni el sentimiento ni el razonamiento ni la utilidad práctica pueden fundamentarla de alguna manera. Al menos, eso es lo que interpreté después de visionarla. Al protagonista que defiende el optimismo religioso lo sostiene la fe, aparentemente, pero no obtiene ningún beneficio o mejora en su vida por parte de su credo religioso. Así pues, creo que la tesis de la obra de McCarthy es que sin religión la vida no tiene sentido y que la religión sólo se puede sostener en la pura fe.



En Te Sigue [2014] —cuyo título original es «It Follows» nos encontramos con la relación entre sexualidad y muerte. Aparentemente se trata de una historia de terror, y puede verse simplemente de esta manera, pero en un segundo nivel podemos contemplarla como una alegoría sobre el papel de la sexualidad, que no es otro que la reproducción de los seres vivos. Cada uno de nosotros como individuo está condenado a la desaparición y la única manera de superar biológicamente este límite mortal no es otro que el de reproducirnos mediante la sexualidad. En la página de Filmaffinity hay una reseña muy popular sobre la película que recomiendo leer para comprender este sentido filosófico de la película.

En algunas culturas humanas, la sexualidad suele ser un aspecto celebrado de la vida porque está asociada a lo placentero, y además es la base de la familia, que es una de las instituciones de la sociedad. Pero tiene además un lado bastante menos festivo que está asociado a enfermedades y abusos. En otras culturas la sexualidad se halla fuertemente reprimida y controlada por normas sociales y legales. Lo que no se puede negar es que somos seres sexuales porque somos seres mortales.

Sin embargo, lo realmente misterioso en el fondo del asunto se atisba, como siempre, en la pregunta por qué. ¿Por qué surge la vida? ¿Por qué el universo no es sencillamente inerte? ¿Por qué la vida trata de replicarse y generar descendientes? ¿Por qué la vida tiende a evolucionar y generar nuevas formas de vida? Más aún si cabe, ¿por qué surge la vida consciente

23 de mayo de 2020

Acerca de la definición de comunismo


Siempre que hay una crisis del sistema económico se habla mucho sobre el socialismo y sobre el comunismo, puesto que son doctrinas que ofrecen un modelo alternativo al capitalismo en el que vivimos. El problema es que a menudo la definición de estos términos está lejos de ser clara. No sólo me refiero a quien llama indistintamente socialismo o comunismo a cualquier posición de izquierda política sino que entre los propios defensores de ambas doctrinas no siempre aparece clara una definición particular de lo que significa el comunismo.

Muchos pensadores liberales o libertarios, de una manera más bien laxa, denominan "socialista" a cualquiera que proponga que el Estado intervenga en economía o que mantenga servicios públicos. Para ellos, el socialismo sería una ideología transversal a todos los partidos u opciones políticas dentro del Estado. Distinguen como comunista a quien quiere imponer el socialismo por la fuerza, mediante una revolución, y completar una socialización progresiva de la economía, como es el caso de Lenin. Sin embargo, entiendo que estas particularidades no son lo que distingue esencialmente al comunismo.

Estuve indagando en diversos textos que trataran sobre comunismo y me di cuenta de que ninguno aportaba una definición concreta y exclusiva del comunismo que lo distinguiera singularmente de cualquier otra doctrina. Para encontrar la definición particular del comunismo tendré en cuenta el uso histórico del término por los teóricos del comunismo, pero también el origen ideológico del término.

Aunque tendemos a asociar el comunismo al legado de Karl Marx y Friedrich Engels en el siglo XIX, lo cierto es que la primera doctrina identificada con el comunismo aparece en la época de la Revolución Francesa con la presencia de François Babeuf a quien podemos considerar el primer comunista político. Es cierto que el término comunismo como tal no aparece en su obra, pero sus ideas defendiendo la supresión de la propiedad privada y el reparto comunal e igualitario de todos los bienes, encajan perfectamente con lo que particulariza al comunismo frente a cualquier otra posición ideológica.

Friedrich Engels aclaraba que la denominación de comunista al «Manifesto Comunista» tuvo su origen en el hecho de diferenciar su posición de los otros pensadores socialistas que Marx y Engels consideraban utópicos, meramente idealistas o no científicos. Así pues, no se trata de un uso razonablemente motivado, porque en realidad las medidas que propone dicho manifiesto encajan más bien con un programa socialista. Marx y Engels proponen lo que él entiende como un socialismo materialista, racionalista y científico, pero sigue siendo socialismo y no comunismo. La gran mayoría de sus propuestas serían fácilmente compartibles por muchos socialistas. El programa del Manifiesto Comunista pretende servir como guía para construir un socialismo que conduzca finalmente hacia el comunismo pero no es un texto que desarrolle una doctrina particular del comunismo como concepto. Si lo tomamos como un programa político, el Manifiesto Comunista sería propiamente hablando un manifiesto socialista; pero no comunista. Aunque el manifiesto sí menciona un rasgo exclusivo del comunismo, como señalaré más adelante.

El intercambio entre los términos socialista y comunista ha sido muy habitual en determinadas épocas. La diferencia entre ambos ha estado sujeta a interpretaciones y contextos históricos. Una distinción clara entre socialistas y comunistas sólo se generaliza como consecuencia de la revolución bolchevique de 1917. Los socialistas y comunistas siguen compartiendo supuestamente una misma base ideológica y un mismo objetivo, pero los primeros aceptan el parlamentarismo y la implantación progresiva del socialismo mediante reformas dentro del sistema capitalista; mientras que los segundos defienden la revolución para derribar el capitalismo e imponer la dictadura del proletariado. Ahora bien, todos igualmente siguen tomando el Manifiesto Comunista como un programa político de referencia.

Volviendo al Manifiesto Comunista, éste señala explícitamente que
«el comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.» De lo que habla aquí es de la socialización de los medios de producción y el rechazo a la explotación de los individuos. Pero ni la socialización económica ni el rechazo a la explotación de individuos definen particularmente al comunismo.

La doctrina comunista puede ser considerada una rama del socialismo. Lo que diferenciaría específicamente al comunismo del socialismo sería precisamente que el comunismo aspira a que no exista propiedad que no sea comunal, es decir, de toda la comunidad. Lo privado es lo opuesto a lo comunal. En un sistema puramente socialista se han socializado los medios de producción, pero se puede aceptar la propiedad privada de los bienes. En el socialismo puedes tener en propiedad privada una casa, un automóvil o un pequeño terreno para tu uso particular y privado, o incluso un pequeño negocio privado como puede ser una taberna. Ni el Estado ni la sociedad es propietaria de ese elemento en particular. Esto se encuadra con el sistema económico que hubo en la Unión Soviética o en la República Democrática Alemana. Dichos países no se consideraban comunistas sino socialistas, aunque oficialmente su aspiración final fuera llegar al comunismo.

El comunismo no es incompatible con la existencia de la propiedad pero sí con la propiedad privada. El comunismo significa eliminar cualquier forma de propiedad privada. Esto 
el rasgo particular y definitorio del comunismo. Lo dice Marx explícitamente«Así entendido, pueden los comunistas resumir su pensamiento en esta frase: abolición de la propiedad privada.» Eliminar la propiedad privada en los medios de producción es una medida socialista que puede ser parte de la fase de transición al comunismo. Pero en el socialismo puede existir todavía cierta propiedad privada e incluso la propiedad privada en economía. En cambio, en el comunismo no existe la propiedad privada. En el comunismo toda propiedad es comunal, colectiva.

Eliminar la propiedad privada no conlleva eliminar la propiedad personal o individual, es decir, la propiedad de objetos particulares de uso personal que usamos para vivir, como la ropa. En una sociedad comunista, se puede asignar ese tipo de propiedad para uso personal, pero su titularidad será siempre comunal y nunca privada.

Por tanto, el comunismo no se opone a la propiedad en sí misma pero si a la propiedad privada. En el comunismo no sólo cualquier medio de producción de las condiciones de vida debe ser colectivo y comunal, sino que también debe serlo cualquier forma de propiedad. En el comunismo, la propia sociedad como tal ha sido transcendida para devenir hacia la comunidad. La sociedad es simplemente una asociación de individuos, mientras que la comunidad es un colectivo cuyos miembros están estrechamente vinculados, de manera similar a una familia. El propio Marx hablaba del «comunismo primitivo» que supuestamente puedo existir en tribus humanas donde todos los que la integraban se veían como un gran clan familiar.

Según la teoría marxista, se supone que hay varias fases de transición en el socialismo hasta llegar finalmente al comunismo y en cada una de ellas se amplía el grado de socialización de la propiedad hasta eliminar por completo la propiedad privada y absolutizar la propiedad comunal. Así pues, el comunismo es una fase avanzada del socialismo que incluso lo supera, y en la que ya no existen las clases sociales ni la propiedad privada ni el Estado. Es una democracia material con propiedad colectiva o comunal de los medios de producción. Obviamente esta fase nunca se ha implementado en ninguna forma o modo.

El comunismo se puede considerar como una extensión colectiva de la idea de democracia porque todos los miembros de la sociedad son igualmente propietarios de todas las formas de propiedad. Es una democracia material o económica. El ideal del comunismo apunta a lograr una sociedad radicalmente solidaria e igualitaria en la que haya desaparecido la explotación del hombre por el hombre y todos tengan sus necesidades materiales cubiertas satisfactoriamente y el desarrollo de las capacidades individuales conlleve inherentemente el beneficio para toda la comunidad.

Creo que esta definición de comunismo es la que lo distingue como un concepto distinguido y peculiar frente a cualquier otra posición política y a otras ramas del socialismo.

Que el ideal del comunismo sea moral o políticamente legítimo, que se pueda lograr, o se pueda lograr pacíficamente, es algo que no voy a analizar aquí.

10 de mayo de 2020

Humildad epistemológica contra ultracrepidianismo


J.L. Martín

Me resulta curioso que en nuestra cultura existan palabras para denominar a posiciones que consideran que el conocimiento es limitado y provisional —términos cultos como el escepticismo y el agnosticismo— pero que no exista una palabra para la creencia de que uno crea que pueda saberlo todo. Me dirás que existen palabras como "sabelotodo", pero eso sólo son términos despectivos del lenguaje popular. La idea del conocimiento especializado es relativamente nueva. Desde tiempos inmemoriales, quien era sabio era sabio en todo y no sólo en algunas cosas.

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