26 de julio de 2017

Sobre el género sexual y la orientación sexual




Yo considero que el género sexual, así como la orientación sexual, no es algo que se decida. Es una cualidad innata a nuestra naturaleza. Es una configuración cerebral que se construye durante la gestación y nacemos con ella. Lo creo así porque es lo que el razonamiento y la investigación científica nos indican.

Lo habitual es ser heterosexual y que el género sexual corresponda con el sexo biológico fenotípico. Esto es lo que suele ocurrir la mayoría de las veces, pero en algunos individuos no sucede así, y nacen con una orientación sexual distinta a la heterosexual o con un género sexual distinto al de su sexo biológico. Esto lo determina la configuración innata de su cerebro.

La identidad sexual no se define por los cromosomas. Pretender que podemos saber el género sexual de una persona por sus cromosomas es como creer que podemos saber su orientación sexual por los cromosomas. La sexualidad está determinada por factores hormonales y epigenéticos que influyen en la configuración cerebral del feto durante el embarazo.

Por eso considero que características como el género sexual y la orientación sexual no son consecuencia de de ideologías ni de una forma de educación sino que se trata de un fenómeno propiamente biológico y no cultural, aunque la cultura influya en la forma en que valoramos y vivimos la sexualidad.

A menudo se confunden las tres categorías básicas de la sexualidad: la anatómica sexual, la neurológica sexual y el rol cultural de género. Esas categorías pueden existir separadamente, y los conceptos de varón y de mujer pueden hacer referencia a cualquiera de ellas.

La orientación sexual no se elige; es una rasgo innato de la personalidad. Pensar que uno puede elegir ser homosexual es avalar la teoría pseudocientífica, y de inspiración religiosa, que dice que la orientación sexual puede cambiarse con terapia.

Ningún niño decide su orientación sexual ni su género sexual —así como tampoco puede decidir su anatomía sexual— y la educación no influye en ese aspecto. La ciencia avala esta visión naturalista, y es la perspectiva que considero más razonable a tenor de lo que sabemos.

Así que pienso que deberíamos proteger a los niños de doctrinas e ideología que deliberadamente perjudiquen su salud física y mental alegando creencias que no coinciden con lo que la razón y la ciencia nos indican y que condenan injustificadamente su personalidad sexual.

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