10 de febrero de 2016

Una observación sobre el pesimismo



«El pesimismo, entendido como pensamiento negativo o desesperanzado, es mucho más antiguo de lo que puede parecer. Sugiere que vivimos en el peor de los mundos posibles, y es una corriente que han apoyado algunas de las mentes más privilegiadas de la historia.» El Filósofo Loco

El problema central con el pesimismo, a mi modo de ver, es que se trata de una postura sesgada y arbitrariamente subjetiva.

El sufrimiento abunda en el mundo, es cierto, pero de la existencia del sufrimiento no se justifica deducir una condena del mundo. Para poder juzgar el mundo de forma imparcial tendríamos que apelar a un criterio que desde fuera del mundo nos permitiera valorarlo globalmente. Pero fuera del mundo no hay nada, por definición.

Además, el placer y la felicidad también abundan igualmente, ¿por qué deberíamos condenar el mundo por la existencia del sufrimiento en lugar de celebrarlo por la existencia del goce?

El pesimista sólo puede argüir que él no desea el sufrimiento y quiere su eliminación. Pero eso es un simple deseo personal y no un criterio moral que justifique racionalmente una condena sobre el sufrimiento o sobre la existencia en general.

Los pesimistas acusan a menudo a los optimistas de adoptar una postura sesgada que hace prevalecer el aspecto positivo de la existencia sobre el negativo —y pueden tener razón— pero la suya propia no es menos sesgada y subjetiva que el propio optimismo.

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