Debido a que nuestra cultura está basada en la religión, damos una importancia a la fe de la cual carece objetivamente.
No importa la intensidad, el arraigo o la extensión de una creencia. El mero hecho de tener una creencia, por sí solo, no aporta ninguna validez ni legitimidad a lo que creemos.
Una creencia se respalda racionalmente con evidencias y con pruebas objetivas verificables; ya sean lógicas o empíricas. Esto es lo único que le aporta veracidad, y ningún otro criterio.